Romanos contra persas: guerra química en la Antigüedad
- Ex Oriente Lux
- 23 abr 2021
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Actualizado: 4 may 2021
Hace casi 2.000 años, 19 soldados romanos se apiñaban en un túnel estrecho excavado bajo tierra, dispuestos a defender la ciudad romana de Dura-Europos, situada en la actual Siria, del asedio de un ejército persa que intentaba derribar sus fuertes muros. Los romanos estaban preparados para una lucha cuerpo a cuerpo, pero en vez de otros soldados como ellos les esperaba un enemigo que no podían atravesar con sus espadas. De repente, un intenso humo negro invadió la galería y se coló por sus pulmones. Murieron en poco tiempo. Cerca, un militar persa, quizás quien inició el humo tóxico, sufría el mismo destino. Aunque el uso de sustancias tóxicas está documentado con anterioridad, nunca antes se habían encontrado vestigios de victimas por un ataque químico. Nos encontramos ante los que pueden ser pueden ser las primeras víctimas de las armas químicas de las que se conservan restos en la terrible historia bélica de la humanidad.
Dura-Europos, ciudad a orillas del Éufrates, era una ciudad fundada en época helenística y que posteriormente pasaría a manos de los partos para luego pasar a formar parte del dominio romano, quienes la conquistaron definitivamente en 165 d.C. después de varios intentos anteriores. La ciudad pasó así a formar parte de la frontera oriental de Roma con la Persia sasánida, donde instalaron allí una gran guarnición permanente para evitar posibles incursiones persas en su territorio.

Pero alrededor del año 256 d. C., la ciudad fue sometida a un feroz asedio por parte de un ejército del emergente Imperio Persa de los Sasánidas. La dramática historia ha sido reconstruida exclusivamente a partir de restos arqueológicos, pues ningún texto antiguo la describe. Las excavaciones en el área comenzaron en la década de 1920 y se prolongaron durante la de 1930. Sin embargo, no todo fue descubierto entonces ni mucho menos. Al ser reanudadas las excavaciones en años recientes, han acabado dando como resultado varios descubrimientos espectaculares. El arqueólogo francés Robert du Mesnil du Buisson excavó la zona en los años 30 y encontró 19 cuerpos apilados de soldados romanos y el de un persa. El investigador creyó que habían muerto en un combate cuerpo a cuerpo. También encontró cristales de azufre y betún, lo que sugiere que los persas habían hecho un fuego. Sin embargo, las excavaciones de los últimos años liderada por Simon James, historiador de la Universidad de Leicester desvelaron el error interpretativo del arqueólogo francés. Los túneles eran demasiado estrechos como para que los soldados pudieran luchar en ellos y la posición de sus cuerpos no indica que fueran quemados vivos. Debía de haber otra explicación.
Los persas se toparon con un formidable sistema defensivo, con muros de varios metros de espesor. Ante la imposibilidad de superar los muros por arriba, los persas decidieron superar las barrera por abajo excavando un túnel por debajo de las murallas para hacerlas caer. Los romanos debieron de darse cuenta de la jugada de la táctica persa y comenzaron a cavar su propio túnel, un contratúnel, para intentar encontrarse cara a cara con sus enemigos e interceptarlos.

¿Pero cómo murieron? Matar a 20 soldados en un espacio con menos de 2 metros de altura o anchura, y de cerca de 11 metros de longitud, requería de los persas una fuerza de combate sobrehumana, o bien algo más ingenioso. Los hallazgos realizados en el túnel romano revelaron que los persas emplearon betún y cristales de azufre para quemarlos. Cuando ardieron, tales materiales produjeron densas nubes de gases asfixiantes. Los persas debieron oír a los romanos mientras excavaban el contratúnel, y prepararon una peligrosa sorpresa para ellos. Los arqueólogos creen que los sasánidas colocaron braseros y fuelles en su galería, y cuando los romanos abrieron un boquete, los sasánidas vertieron la mezcla de productos químicos y bombearon nubes de humo sofocante dentro del túnel romano a través del agujero. La partida de asalto romana quedó inconsciente en cuestión de segundos, muriendo pocos minutos después. Los romanos se asfixiaron con el gas, convertido en ácido sulfúrico en sus pulmones. Ni siquiera hubo tiempo para saquear los cadáveres. Las monedas, armas y armaduras quedaron intactas.

La ciudad finalmente cayó en manos persas, fue destruida y abandonada tras el asedio sasánida en el 257 d.C., mataron a todos los soldados romanos y esclavizaron a la población superviviente, que se estima que en aquel momento alcanzaba los 5.000 habitantes.
La importancia de este descubrimiento arqueológico es fundamental para entender la guerra en la Antigüedad. Los investigadores creen que este descubrimiento, además de cambiar lo que sabíamos de este capítulo de la historia, demuestra las sofisticadas capacidades bélicas en el mundo antiguo y sus terribles consecuencias
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