Púrpura de Tiro: el producto estrella de los fenicios
- Ex Oriente Lux
- 24 nov 2020
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Actualizado: 1 dic 2020

El llamado color púrpura de Tiro o fenicio, también conocido como “púrpura real” o “púrpura imperial” es un famoso tinte de color púrpura, aunque su tonalidad puede variar entre el rojo purpúreo y el morado. Este color fue usado por los antiguos fenicios en la ciudad de Tiro, quienes lo hicieron famoso en todo el mundo antiguo. En la antigüedad, la extracción de este tinte implicaba decenas de miles de caracoles y un trabajo considerable y, como resultado, el tinte era muy valorado.
La mitología fenicia explicaba que fue Melkart, el dios fenicio protector del comercio y de la navegación, el que descubrió sus características cromáticas. Cuenta la leyenda que el dios estaba paseando por la orilla del mar, cuando su perro que le acompañaba mordió un molusco que se hallaba en la playa y lo partió en dos, el dios se dio cuenta que el hocico del cánido se tiñó rápidamente de un púrpura intenso y que del molusco salía un líquido del mismo color. Fue entonces cuando Melkart recogió grandes cantidades de estos moluscos y dio así origen a la industria tiria del teñido. Mitos y leyendas aparte, aunque su explotación comenzó en las costas de Tiro, y que fueron los fenicios quienes primero comerciaron tanto con el tinte, como con tejidos previamente teñidos, parece que su auténtico origen está en torno a los años 1800-1600 a.C. en la cultura minoica, donde se ha detectado su uso como pigmento en la decoración de frescos y se han identificado conchas pulverizadas como conglomerado en los suelos de los palacios. A pesar de esto, fueron los fenicios los que tuvieron un papel crucial en el desarrollo de esta industria, hasta tal punto que el nombre de “fenicio” con el que conocemos a este pueblo nos viene de los griegos, que llamaban a este pueblo “Φοίνικες” (phoínikes, «rojos, púrpuras»), debido sin duda a los apreciados tintes de color púrpura con que comerciaban los habitantes del actual Líbano.
El tinte en sí se extraía de un curioso caracol de mar presente en el Mediterráneo. Este caracol es carnívoro se llama Murex brandaris, una especie del género Murex de la familia Muricidae. Debido a su condición de caracol depredador, este carnívoro, se alimenta de una gran variedad de otros gasterópodos y bivalvos como ostras, almejas, entre otros. Pero lo más relevante sin embargo es que lleva consigo una glándula en su cuerpo, llamada glándula hipobranquial. Se trata de una especie de engrosamiento del tejido, situado en el techo de la cavidad del manto del animal que segrega una mucosidad. En la naturaleza los caracoles usan la secreción como parte de su comportamiento depredador, pero el caracol también segrega esta sustancia cuando se siente amenazado o es atacado físicamente. En el caso particular de los caracoles “murex”, la mucosidad que segrega esta glándula, es inicialmente de color blanquecino, cuando el animal la segrega, pero al contacto con el aire se vuelve amarilla, para pasar poco después a verde, azul y finalmente al tono rojo-violáceo que conocemos como púrpura. Algunas de sus características más notorias son que es muy sólido, que mantiene mucho tiempo la coloración, así como sus tonos. Además, cuando la luz da en los tejidos teñidos con este tinte, brilla, por lo que su uso se convirtió en símbolo de lujo y estatus ya desde los primeros tiempos. La púrpura de Tiro era muy costosa de producir: el historiador griego Teopompo del siglo IV a. C. lo describió así:
«La púrpura para los tintes valía su peso en plata en Colofón» (en Asia Menor).
Para producir tan solo un gramo de púrpura se necesitaban al menos 9000 moluscos aproximadamente, por lo que su uso se limitaba únicamente a los artículos de lujo. Esto favoreció que ya desde la antigüedad, el tinte adquiriera un simbolismo de poder y sacralidad siendo ampliamente usado por sacerdotes, reyes y emperadores debido a lo extremada dificultad de su producción. Un buen ejemplo de esto y que ha conseguido sobrevivir hasta nuestros se puede ver en los cardenales de la Iglesia Católica, los cuales visten sotanas de color púrpura.
La obtención del pigmento fue tan importante en la antigüedad, que una especie de “protocolo” se encuentra relatado en la famosa enciclopedia Naturalis Historia (siglo I d. C.) que concentra mucho del saber científico de la época, escrita por Plinio el Viejo (23-79 d. C.), un escritor y naturalista romano. Datos arqueológicos de Tiro indican que los caracoles se almacenaban en grandes tinajas para que se descompusieran. Esto producía un hedor insoportable, el cual de hecho era mencionado por los antiguos autores. Se conoce poco acerca de los siguientes pasos del proceso, y el método antiguo para la producción en masa de los dos tintes múrex aún no ha sido reconstruido exitosamente; se cree que este color de un tono «sangre coagulada negruzca», el cual era más preciado que cualquier otro, se conseguía bañando dos veces las prendas, una vez en el colorante índigo del M. trunculus y otra en el tinte rojo púrpura del Murex brandaris. A día de hoy no se conoce con exactitud la tonalidad de color que se obtenía, puesto que variaba en función de las especies que se emplearan y sus diferentes combinaciones para la obtención de ésta, estando el rango de las tonalidades que se han descrito en torno al violeta y rojo.

Un buen ejemplo de esta variedad de rangos se encuentra en la Biblia, donde se puede apreciar claramente la controversia con respecto a la variable tonalidad que presenta este tinte:
Los que tenían púrpura violeta y escarlata y carmesí, lino fino, pelo de cabra, pieles de carnero teñidas de rojo y cueros finos, lo traían también. (Ex. 35.23)
Mándame, pues, un hombre hábil en trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la púrpura escarlata, el carmesí y la púrpura violeta, y que sepa grabar; estará con los artesanos que tengo conmigo en Judá y en Jerusalén, y que mi padre David ya puso a mi disposición. (2Cr 2,6)
Salomón hizo además el cortinaje de púrpura violeta, púrpura escarlata, carmesí y lino fino, y en ella hizo bordar querubines. (2Cr 3,14)
Entonces Judas regresó para saquear el campamento; juntaron muchas monedas de oro y plata, telas de púrpura violeta y de púrpura roja y muchas otras riquezas. (1Mac 4,23)
La producción de la púrpura fue una industria muy importante en muchas colonias fenicias y Cartago no fue una excepción. La antaño colonia fenicia siguió produciendo este tinte una vez que se convirtió en una metrópoli independiente. Las huellas de esta industria todavía son visibles en muchos asentamientos cartagineses del norte de África e incluso en la misma Cartago. También se ha encontrado vestigios de esta producción en Marruecos y en la costa atlántica africana. Los romanos siguieron la senda púnica produciendo este tinte durante siglos. Con la caída del imperio romano decayó la extracción del tinte con el murex. En la Edad Media, además de hacer alusión a un color, el vocablo se vinculó con un tipo de tejido determinado, no necesariamente de tonos purpúreos, sino de colores afines, que asumieron asimismo un estatus de prestigio. En Bizancio se continuó hasta 1453 cuando fue invadida por los turcos, pero la disminución de la producción desde los siglos VIII-IX, dio lugar a que las recetas poco a poco fuesen sustituyendo el murex por otras sustancias tintóreas con las que se podía obtener el color, tales como el folium, una planta de origen mediterráneo (chrozophora ticntoria), conocida también como tornasol. Hasta la llegada de los tintes sintéticos hace aproximadamente unos 100 años, los colorantes naturales provenientes de plantas, animales o minerales eran la única opción al momento de teñir tejidos.
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