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Los Thugs: la secta de asesinos adoradores de la diosa Kali

  • Foto del escritor: Ex Oriente Lux
    Ex Oriente Lux
  • 1 oct 2020
  • 3 Min. de lectura

Fue una de las organizaciones secretas criminales más mortíferas de la historia. Con un origen diluido en la bruma del tiempo, los thugs o Estranguladores, los Adoradores de Kali, acababan con la vida de sus víctimas para ofrecerlas en sacrificio a la Diosa de la Destrucción, en medio de rituales de fuerte simbolismo. Los adoradores de Kali tomarían la forma de una sanguinaria sociedad secreta que sería conocida como Thugs en inglés, o los Estranguladores. La misma palabra, en hindi, significa “ladrón”, aunque en sánscrito alude a “ocultación”, lo que nos da una idea del sentido de dicha hermandad: una banda organizada de delincuentes cuyos miembros vivían diseminados por distintos territorios de la India y trabajaban coordinados de manera soterrada. Robaban, torturaban y asesinaban siendo una de las organizaciones criminales más temidas de Oriente entonces. Sin embargo, lejos de lo que uno pueda creer, sus miembros no actuaban movidos únicamente por la codicia o el afán de enriquecimiento como las mafias modernas, puesto que sus miembros estaban profundamente impregnados de un fuerte sentimiento religioso.

La religión thug fue supuestamente una secta integrada por miembros hinduistas y musulmanes quienes practicaban robos y asesinatos a gran escala en contra de los viajeros. La primera auténtica mención de los thugs se encuentra aproximadamente en el año 1356, en el pasaje escrito por Ziau-d din Barni en su Historia de Shah Firoz. Los thugs decían que su origen se encontraba entre siete tribus musulmanas. Pero su sangriento culto inventado hacia la diosa Kali —una de las diosas tántricas hindúes— no mostraba ninguna influencia islámica. Consideraban su deber religioso el asesinato premeditado para beneficiarse económicamente. Lo consideraban una profesión sagrada y honorable, en la cual la ética no entraba en juego.

Los thugs eran conocidos entre los hindúes y los viajeros que frecuentaban la Ruta de la Seda por sus tétricas ceremonias en honor a la diosa Kali, consagrando a aquella a la que guardaban devoción algunos de los bienes robados a sus desdichadas víctimas, ceremonias que servirían de inspiración a George Lucas y Steven Spielberg para dar forma a la segunda entrega de su exitosa saga de Indiana Jones. Su modus operandi consistía en trabar amistad con los peregrinos hasta ganarse su confianza. Cuando los viajeros permitían a los ladrones unírseles en su travesía, el grupo de thugs los mataba en un lugar adecuado para desvalijarlos. Su método para darles muerte fue muy a menudo la estrangulación. Los thugs escondían los cadáveres enterrándolos o algunas veces arrojándolos dentro de algún pozo Kali, como diosa de la destrucción y la muerte, era el ídolo que se hallaba, al menos simbólicamente, tras toda esta cosecha de muerte y destrucción que sembró de espanto los corazones de los viajeros europeos que decidían aventurarse en los siglos XVIII y XIX en las remotas regiones de la India, en un tiempo en el que, no hay que olvidarlo, el país era una colonia británica, convirtiéndose así muchos de los ingleses en el principal objetivo de estos asesinos rituales.

Aunque todo indica que tan temida organización acabó por desaparecer en el primer tercio del siglo XIX, se les atribuyen miles de muertes. Sus crímenes estaban rodeados de una aureola mística: asesinaban con el rumal o pañuelo amarillo, cuyo origen se halla en la mitología hindú. El pañuelo amarillo sería una alegoría de Kala Bhairava, encarnación del dios Shivá como dios de la destrucción. Sus víctimas eran ofrecidas como sacrificio para calmar la ira de Kali, según sus creencias. Cada homicidio evitaba el retorno de la diosa Kali a este mundo por 1000 años, algo curioso de esta secta religiosa, sobretodo si tenemos en cuenta que la gran mayoría de religiones del mundo que creen en una "segunda venida" de su divinidad llevan milenios anhelando su triunfal regreso. ¡Los Thugs no!, sin duda debido a que según las creencias sobre la Diosa Kali, cuando esta vuelva será únicamente para destruir nuestro mundo. A comienzos del siglo XIX, ante la amenaza que suponían, fueron acorralados por las autoridades británicas, comandadas por el oficial sir William Henry Sleeman, destinado en Bengala, cayendo, entre otros, el último gran líder de la secta, Thug Behran. Finalmente, sufrirían la misma suerte de sus millares de víctimas: serían ahorcados. Sin embargo hay rumores que apuntan a una supervivencia de esta secta. En la actualidad hay indicios que sugieren que distintas sectas imitadoras de la secta thug realizan prácticas de sacrificios humanos, aunque con un número de víctimas mucho más reducido. De todas formas es algo de lo que no hay pruebas y sí muchos rumores morbosos aumentados por el misterio y ocultismo de este tipo de sectas.

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