
Hotei: el monje chino que todo el mundo confunde con Buda
- Ex Oriente Lux
- 17 nov 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 24 nov 2020
Muchos podemos caer en el error de otorgarle la imagen de gordito, calvo y grandes orejas caídas a Buda, pero nos equivocamos, esa popular imagen tan difundida por el mundo no está representando a Buda. Siddartha Gautama, el Buda, fue el sabio a través del cual se fundó el budismo en lo alto del Himalaya. A diferencia de Hotei, Buda no es considerado como un Dios. Recordemos que el budismo es una religión no teísta, es decir, su mayor conocimiento se basa en creencias filosóficas, principalmente en las promulgadas por el “iluminado” Buda.
Entonces, ¿quién es ese simpático personaje al que se confunde con Buda? Su nombre real es Hotei, pero en Occidente se le conoce como el Buda Gordo o el Buda Feliz. Su confusión reside en una homofonía, o lo que es lo mismo, dos palabras con misma (o parecida) pronunciación pero escritas totalmente diferente. Hotei, en el idioma autóctono chino se pronuncia “Budai”. Esto, unido a la “invasión” de motivos, estatuas y amuletos orientales en la tradición occidental, teniendo en cuenta el gran desconocimiento que tenemos sobre ello, ha propiciado que la figura de Hotei se haya fundido con la de Buda, siendo el aspecto físico de Hotei comúnmente atribuido a Buda de manera extensa en Occidente. Pero, ¿quién es Hotei?
Hotei fue un semilegendario monje zen de la dinastía Liang (907-923), muy popular en China y el Sudeste Asiático, sin que se disponga prácticamente de datos sobre su existencia. Tan solo disponemos de un texto zen del 988 que habla de forma lacónica de un excéntrico monje que «vagaba por ahí con un saco de tela», sin aportar más detalles. Esta figura vagamente histórica acabó siendo rodeada con el paso del tiempo de incontables anécdotas y mitos.
Como es el caso especial de Japón, donde forma parte de los denominados “siete dioses de la fortuna”, se le considera el dios de la felicidad y la abundancia, los adivinos y los taberneros, caracterizado por un temperamento alegre, benévolo y amable, dispuesto a transportar sobre su espalda a las mujeres y a los niños a través de los ríos. Pese a que ni histórica ni filosóficamente tuvo nada que ver con el Buda Gautama (c. siglos VI-V a. C.), parece que, con el tiempo, se fue creando entre ambos una cierta confusión
Hotei pasó la mayor parte de su vida en el monte, no muy lejos de Fenghua (Zhejiang) en la actual China, adonde bajaba con frecuencia provisto de su famoso saco. Las mismas fuentes legendarias afirman que alcanzó el estado de “iluminación”, o al menos un cierto aire de “inocencia iluminada” un día de tormenta, mientras escuchaba el bramido de los truenos cobijado bajo un puente. Se asegura también que nunca sintió la necesidad de ganar discípulos ni de ser admirado como un “gran maestro”; que en vez de predicar en los templos –como era costumbre– recorría la zona con un enorme fardo de lino a la espalda, a modo de una especie de cornucopia que nunca se vaciaba, colgado del extremo de una vara o bastón, y un yapa mala de madera, siempre rodeado de niños. Si alguien sentía curiosidad por saber qué llevaba en el saco, respondía: “El mundo entero”, aunque originariamente se decía que lo iba llenando con todo lo que encontraba al paso, versiones zen posteriores hablan de la “bolsa vacía” de Budai.
Generalmente, se le representa calvo, vestido con una amplia túnica de monje abierta hasta la cintura, lo que deja a la vista su exuberante panza, símbolo de dicha y felicidad a la vez según los patrones orientales. También aparece sentado o dormitando sobre su inseparable saco de lona repleto de regalos para los más menesterosos. En obras posteriores, aparece bailando, caminando o señalando al cielo. La figura del Buda Sonriente sirve hoy día para representar su simbolismo como amuleto de la felicidad, amuleto de la buena suerte, y amuleto de la prosperidad y la obtención de riquezas. La tradición cuenta que frotando diariamente el vientre de una de sus figuras podrás obtener tales beneficios; y, si tienes un restaurante o un bar, nada mejor que una figura de Hotei en la entrada.
Pero, ¿por qué evoca dicha figura a tales propósitos? Básicamente por la energía positiva que desprende la historia y la tradición de Hotei, un monje budista excéntrico que premiaba la felicidad por encima de cualquier otra cosa. Además, desde el punto de vista artístico, las formas circulares de su panza y de su cabeza huyen de toda forma puntiaguda, es decir, un símbolo de la buena suerte.
La panza enorme, con la ropa abierta,
tesoros escondidos en el fondo del saco;
llegar al cielo requiere otro camino;
no busquen lo que apunta su dedo.
Tōkei Dōjin.
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